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Mostrando entradas de junio, 2017

Aquella visita indeseada

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“No seré demasiado cordial”. “Mis padres me obligan a quedarme en casa. Mientras mis amigos se divierten con las bicicletas por la montaña, yo a aguantar la visita de un amigo de mi padre”. “Menos mal que, al menos, pude ver Verano azul, esa serie tan chula recién estrenada”. “Se arrepentirían de obligarme a quedarme en casa”. “No pienso ni hacerle caso a la visita, me meteré en un rincón y no diré ni pio… a eso no podrán obligarme”. Durante la comida empezó a preparar su estrategia, dijo que le dolía la garganta al hablar… y no volvió a hablar. Ni después que su madre le hiciera abrir la boca y emitir un prolongado “aaaaaaah” y que ella dijera que era cuento. “¿Qué sabría ella por muy médico que fuera?” “Y todo por la visita, de un amigo de estudios de su padre, que trabajaba en el Mercado Común y que volvía a pasar las navidades y a presumir de coche”. “Que egoístas son mis padres, como ellos no habían salido de España y no podían presumir de cochazo extranjero, enseñarí

ATENEU CULTURAL PATERNA ATENEO CULTURAL PATERNA: XVI Certamen Literario, 16-6-17

ATENEU CULTURAL PATERNA ATENEO CULTURAL PATERNA: XVI Certamen Literario, 16-6-17 : El viernes, 16 de junio, se entregaron los premios del XVI Certamen Literario que organiza nuestro Ateneo Cultural Paterna. Dejamos aqu...

Obsesivos

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Hay que ver lo obsesionada que anda la humanidad, no hay más que observar lo que sucede a diario a nuestro alrededor para comprobarlo: mi vecino, el que linda por la izquierda, ha adoptado, como hábito, cortar el césped a las horas en que más silencio preciso, no importa que altere mi horario, siempre seré perturbado desde su casa, si no es por su renqueante cortadora de césped, será por el golpeteo de los balones en el suelo o en la canasta que ha instalado en su casa, mientras juega con sus hijos al baloncesto. Lo hace, sin duda, para reprocharme que yo no tenga hijos. El vecino del otro lado no es más considerado y sucede algo parecido: parece esperar a que yo termine de lavar el coche para encender sus aspersores de riego, justo después que su mujer haya sacudido las alfombras. Estoy seguro de que lo hace para que mi coche luzca menos que el suyo. Y para no ser menos, el vecino de atrás cuando recorta el seto que nos separa siempre consigue que los recortes caigan

La vivienda

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— ¿Cómo puedes pensar que alguien como yo puede vivir en un cuchitril minúsculo como ese? — ¿Llamas cuchitril a un apartamento de más de ochenta metros cuadrados, en una zona residencial y céntrica? —Con esa superficie apenas podré moverme. —Cuando yo comencé mi apartamento no tenía ni la mitad de superficie y estaba en lo que se calificaba de ciudad dormitorio a quince kilómetros del centro. —No empieces ahora con batallitas, que me sé de memoria tu mili. —No te voy a contar nada, porque no tengo ganas de contar nada y porque no me da la gana. Está decidido, ese es tu apartamento y a otro capítulo. —No me digas que te parecen muchos esos miserables metros cuadrados. —Lo suficientes para que alberguen a una familia con dos hijos. Y tú vives solo. —Pero tengo una categoría… que por cierto me la diste tú. —Si te parece mucha tu categoría para vivir en ese apartamento, y dado que, como tú mismo admites, fui yo quien te elevó a ese estatus, siempre puedo rebajar tu “categoría s

Un día de soledad

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Llevaba tres días como alma en pena, lloraba por los rincones, rehuía la compañía de sus hijos y nietos. Y él no era así. A pesar de sus noventa y seis años se mantenía muy lúcido. Ella misma solía pedirle consejo cuando se encontraba en alguna encrucijada y las orientaciones que le aportaba su padre solían ser profundas y generalmente acertadas. Pero desde que le comunicaron el fallecimiento de su amigo Tomas no era el mismo, mantenía su cordura y no había que auxiliarle en más cosas que las que su edad le impedía hacer, pero su estado de ánimo había decaído completamente, andaba errante por la casa, había dejado de lado sus libros, sus fotografías, el periódico y pasabas las horas mirando, sin ver, a través de la ventana de su habitación. En cierto modo su hija lo comprendía, aunque el fallecido y él no eran grandes amigos… más bien podría calificarse de conocido más que de amigo o al menos así lo entendía ella. Cuando ocurrió el óbito ella trató de consolarlo, de distraerl

Empezaba a entender

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Aquella mañana no fueron los gritos de su madre, reprendiéndole por las intempestivas horas a las que había llegado a casa, lo que lo habían despertado. La verdad es que no sabía que era lo que le había despertado, pero desde luego no fueron, como todos los días, los histéricos gritos de su vieja. No, hoy no gritaba, estaba de rodillas junto a la cama de él, llorando a moco tendido como si ese día si se terminara el mundo. Hoy debía haberle dado trágica. Saltó de la cama sin que su madre interrumpiera el llanto y ni tan siquiera modificó un ápice aquella incómoda posición. Mientras observaba lloriquear a su madre, notó que se había despertado sin resaca, tampoco le dolía la cabeza, ni tenía arcadas, es más ninguna parte de su anatomía mostraba molestia alguna a pesar de estar seguro de que la noche anterior había bebido más que nunca. El cuerpo ya se iba haciendo a la función, joder lo que sabía el Darwin ese. Con cuatro botellones más no habría garrafón que lo tumbara. Miró las